lunes, 18 de octubre de 2010

Represión, rebelión.

Cuando la represión viene desde lo más hondo de tu propio corazón, ¿qué has de hacer?
Cuando eres feliz y de golpe sobrevienen los miedos, la desgana, la apatía, el abatimiento;
impidiéndote desvestir esa capa invisible entretejida de amabilidad y timidez para no ser dañada.
Esa tela ha creado púas que rasgan, arañan, cruzan la piel, oprimen y se clavan sobre la esperanza.
Dentro, una pequeña vocecita grita desgarrada: -¡No quiero estar amarrada! ¡Déjame ser liberada!
Lleva tanto tiempo torturada, apaleada y amordazada que ya no le quedan fuerzas para nada.
Solo le quedan su vestido color esmeralda y sus ajadas alas robadas, tras un candado guardadas,
esperando la chispa que le ayude a romper su jaula, arremeter contra su muro de contención
y rebelarse en busca de una vida ilusionada.

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