domingo, 9 de noviembre de 2008

UNA CARTA DEDICADA.

Me hiciste sentir de nuevo cuando pensaba que no tenía esperanza. Ahora percibo todo con mucho detalle. Al escuchar una canción me recorre un escalofrío. Lo que oigo es mi reflejo. No puedo evitar pasear con una sonrisa dulce en la cara, atravesarte con la mirada, cantar, bailar de felicidad. Ya no tengo miedo, ya no me protejo, con lo que tenga que ocurrir voy a descubrir una nueva parte de mí. Soy fuerte como un arbol bien plantado. Sé quién soy, de dónde vengo y a dónde voy. Crezco: me alzo más segura que nunca. Luchar por todo aquello que merece la pena y resistir en los momentos difíciles me moldea como la mujer que un día soñé ser. Lástima que no lo puedas ver. Todo tiene su porqué. Aprende de lo que te sucede. Las decisiones que tomes te guiarán hacia la persona adecuada. Todos y cada uno de nosotros aportamos algo a los demás. Somos una señal, una flecha en el camino de otros. Los hilos del destino se cruzan, alargan, se trenzan, se deslían, se cortan, se crean.

No te preocupes. Todo irá bien.

Con cariño,

Silvia.

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