Nadando en un campo de flores,
paseando por senderos adornados
por un manto de frutos abandonados:
es allí donde escucho nuestras voces.
Grandes ojos verdes entornados
grabando cada detalle de aquel paisaje,
me produce una sonrisa en los labios,
y la rojez en mis mofletes sonrosados.
Ante el frescor me estremezco.
Me acaricia mi blanco cuello
el cabello rizado ondeando al viento:
así disfruto de mi tiempo.
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