jueves, 18 de septiembre de 2008

EL PRELUDIO AL AMOR

Dan las doce y aún sigo en pie.
En la penumbra, mi habitación
parece más acogedora que nunca,
iluminada por un escaso haz de luz
que entra desde el cristal de la ventana.
Es mi refugio y anhelo compartirlo,
así ya no sería mi rincón de soledad,
sino mi lugar para disfrutar de la calma o de
un amor espiritual que no precisara palabras.

Acompañados por la suave brisa de abril,
surgen, en la oscuridad, miradas mutuas y
caricias tan sensibles, que nos estremecen.
Él siempre con dulzura toca mi cara de luna.
No existe el tiempo ni el mundo exterior,
solo este espacio, donde estoy contigo,
inundado por tu cálida respiración.
Todo quietud, esfera aislada de lo real.
La percepción de ti me hace feliz.

Se palpa en el aire el contenido deseo
de dar un paso más. El instante antes de actuar
se sufre, se vive con ansiedad. Cuando, por fin,
la atracción produce el beso de la pasión,
El alma se desvanece y, como un ser inconsciente
que abandona su cuerpo al placer, descansa en paz.

Esa agónica sensación está encarnada en una persona
designada en el libro del sino escrito por la pluma del destino.
Y en un sueño efímero, todos esperamos alcanzarla.

1 comentarios:

Luis Vélez dijo...

Me encantan estas lineas, tia que cosa mas xula, dios... los pelos de punta!

un besazo.

P.D.: inexplicable la sensación mientras leia palabra.