Había una vez un chico de mal carácter y su padre le dio unos clavos. Cada vez que perdiera la calma, debería clavar un clavo en la cerca que rodeaba la casa...
El primer día clavó 37 clavos.
Poco a poco fue calmándose, hasta que llegó un día en que no tuvo que clavar ningún clavo. El muchacho se sentía feliz, había logrado dominar su carácter.
Entonces le sugirió su padre que cada día que se controlara, debería sacar un clavo de la cerca, hasta que hubiera sacado todos los clavos.
Entonces su padre le llevó a la cerca y le dijo:
- Mira, hijo, has hecho bien, pero fíjate en los agujeros que quedaron en la cerca. Ya nunca la cerca será la misma de antes.
Cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz, como este agujero de la cerca. Aunque te disculpes, la herida está ahí.
1 comentarios:
jop... tiene tantisima razon la historia esta... a mi me pasa esto muchisimas veces... pero no e como remediarlo... :-(
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