domingo, 25 de abril de 2010

Última decepción permitida.

Tus palabras, tus frases, tus hechos,
caen aún sobre mí como la lluvia ácida,
marchitándome en un momento.

Ayer tenía grande el corazón, hoy se me encoge a golpetazos.
Me duele que siga latiendo, ahora roto en pedazos.

No sé cómo he podido seguir esperando.
Ya solo me quedan unos meses para salir volando.
Por fin no tengo nada a lo que aferrarme.

Vaya donde vaya, no tendré nada que perder,
pero tampoco nada que ofrecer.

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